Cuatro siglos de una casa patrimonial
Después de una investigación de un año, recientemente se publicó un libro sobre la historia de la casona patrimonial donde ahora funciona el Hotel Villa Antigua. La búsqueda en los archivos históricos del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB) y el Centro Bibliográfico Documental Histórico principalmente, así como en la Casa de la Libertad, logró conocer los nombres de los habitantes y propietarios durante los siglos. Los hallazgos están plasmados en el libro ‘Paseo histórico por Sucre desde la casa del Hotel Villa Antigua’. Su autor e investigador es Dick Commandeur, que conjuntamente su esposa María Teresa Molina son los emprendedores y actuales propietarios del hotel.
El libro encuentra su principal fundamento histórico en escrituras públicas, que han captado narraciones muy personales de los dueños y sus vecinos que han vivido en las casas de la cuadra desde el inicio de la colonia. El quehacer de la casa está contextualizado con detalles ilustrativos del pasado de Sucre, provenientes de documentos y libros históricos, así como de periódicos de las diferentes épocas.
La historia empieza más de 400 años atrás: Leonarda de la Cuba, esposa de Gaspar Saldaña nacido en España, fue propietaria del solar finales del siglo XVI. Su yerno Francisco Ondegardo, sobrino del conocido Licenciado Polo de Ondegardo, vivía en la casa en 1596. Este mismo Francisco presencia en 1628 cuando María Zeballos compra el terreno del frente para luego construir el Monasterio e Iglesia de Santa Clara, principal referencia para la casa del hotel desde entonces.
La casa es heredada a su hija y después a su nieto Gaspar Jacinto de Loayza y Valdés. El último vive en 1689 en Arica cuando la vende al monasterio de Santa Clara. Las monjas de Santa Clara deciden venderla 11 años después a Mateo del Muro, porque, como dicen, no tenían con qué mantenerla. El libro cuenta el proceso democrático de decisión que usaban las hermanas, que se extiendo por tres rondas de reflexión, expresadas en tres tratados, hasta llegar a una decisión final entre la Abadesa y las Madres de Consulta y Definidoras.
Cuando en 1718 Mateo da una dote para su hija Francisca, detalladamente descrita por su yerno Fernando Mompo de Sayas y que incluye parte de la casa, se ve que en ese momento el edificio ya tenía dos pisos, o sea fue una casa de importancia.
Vía Juan de Larrazábal, comerciante entre otros en esclavos, Josepha de Hortelano y el cura José Ignacio López Nieto, la casa llega en 1782 a manos de María Tardío, minera de Porco en Potosí y viuda de Miguel de Heredia, fallecido por las sublevaciones indígenas en esa época. Ella se casa de nuevo con Manuel Navarro, quién aparece como dueño en un censo de alrededor de 1800, publicado un siglo después en conmemoración las casas de los próceres de la Independencia en un artículo en la Gaceta Municipal que muestra los propietarios de todo el centro de la ciudad.
Fue época de la Guerra de la Independencia, causando problemas financieros a más de uno de los dueños en la cuadra y seguramente el resto de La Plata y Bolivia. María fue obligada de rematar su casa, que fue comprada por la acreedora María Andrés Sanz, también proveniente de la minería potosina. Ella y luego su tía heredera Bríjida Martínez y Mina, fuera de la casa de Villa Antigua, además eran dueñas de la Casa Grande o de Gran Poder, donde hoy en día se ubica el Museo Charcas.
El siguiente propietario es Juan Fernández de Córdova, hijo del último Asesor de la Presidencia de la Real Audiencia Lorenzo Fernández de Córdova retratado por Juan Misael Saracho que describe sus dificultades alrededor de los años finales del poder español. Vía su cuñado Manuel Nestares, la casa pasa al cuñado de ese último Andrés Álvarez, que con su hija Dolores gestiona en el edificio la escuela particular Nuestra Señora de Lourdes, la misma que funcionó hasta 1910.
En ese año es comprada por Matilde Barrientos desde joven enviudada de uno de los pintores más importantes del siglo XIX en Bolivia, Antonio Villavicencio. Todos los datos indican que Matilde hizo la inversión importante para convertir la casa al estilo neoclásico-republicano, muy de moda en esos años. Su relación con el coronel Miguel Castro Pinto, héroe de la Guerra del Pacífico, le deja tres hijos, entre los cuales el siguiente dueño de la casa Villa Antigua, Miguel Castro Pinto. Este Miguel hijo fue prefecto de Chuquisaca en los años cuarenta del siglo pasado, desde cuyo cargo ejercicio como primer presidente del Comité de Auxilio y Restauración después del terremoto de 1948. En los últimos años antes la Revolución de 1952 es presidente de la Corte Suprema, con la cual termina su vida política.
Pasando por su hijo Luis, en 1969 la casa es comprada por Eustaquio Bilbao Rioja, Fiscal General de la Nación durante la mayor parte de los años sesenta. Vía sus herederos es comprada por los actuales propietarios, que un siglo después realizan otra inversión mayor para volver la casa en hotel.
Además de esta hilera de dueños de la casa, se pudo recoger los nombres de los vecinos y también datos particulares de sus vidas. En el contexto de la ciudad, aparece información sobre crecimiento, estancamiento y explosión demográficos, los cambios arquitectónicos, el tema del agua, que ya fue señalado como crítico por Pedro Ramírez del Águila en sus Noticias Políticas de Indias de 1639, la apariencia de la electricidad y telefonía, la denominación de las calles, entre otros, todo con detalles pintorescos.
El libro da atención especial a algunos temas resaltantes que surgieron de las hojas de vida de los propietarios, entre otros la fundación de Santa Clara, la muerte en pobreza de un cura en el siglo XVII, la esclavitud y su lenta abolición, la educación privada, el terremoto de 1948.
El libro puede ser adquirido en Sucre en la recepción del Hotel Villa Antigua, Galería Arte y Cultura Sucre (calle Audiencia # 89), las librerías La Rayuela (calle J.J. Pérez # 331, entrada Supermercado SAS), y en forma digital vía internet por Amazon.com.